REIVINDICAMOS FECHA DE CIERRE DE EL CABRIL
En
estos días de efervescencia política da la impresión de que una parte
de la sociedad, tal vez realmente más pequeña de lo que parece, empieza a
cuestionar con algo más de eco la validez del modelo productivo y
económico que nos atenaza. Pero no termino de tener muy claro que entre
el discurso y la realidad, la acción, exista el firme convencimiento de
que o damos un giro brusco en la política y, por ende, en nuestro modo
de vida o, quizá, en menos de lo pensamos las cosas que nos preocupan y
que percibimos tan vitales ahora pasarán a un decimocuarto plano frente
al cambio climático y sus demoledoras consecuencias (hambrunas,
emigración forzosa, desastres naturales, pobreza extrema, etc.). Entre
cambiar de móvil y no tener agua que beber (¿imaginas que eso le pase a
tu futura nieta?) existe un camino incierto que mejor no recorrer (por
cierto, ya llevamos bastante recorrido). Lamentablemente ya no podremos
preguntarle a los miles de emigrantes ahogados en el Mediterráneo si
arriesgaban su vida para poder tener una cuenta en instagram o porque el
modelo productivo del primer mundo está asolando África.
Casi
todos atribuyen a Aristóteles la frase de que la política es el arte de
lo posible y no voy a ser yo quien discuta el aforismo al filósofo
griego (sería más fácil discutírselo a Maquiavelo o Bismark a quienes
también se le atribuye), sobre todo, porque los parámetros con que se ha
medido la política desde entonces hasta ahora están demasiado
contaminados por el poder, los poderosos y el dinero.
Ahora
que, como dice Néstor García Canclini (argentino ergo filósofo), que
tenemos las Nuevas Tecnologías que permiten un acceso fluido a la
información y la cultura, resulta que esta democratización no sirve para
crear horizontalidad ni consigue abolir las jerarquías. Así que me
pregunto ¿Para qué nos sirve la política a los ciudadanos? (Esto que
sigue a modo de respuesta lo copio directamente de wikipedia): si la
política se piensa desde la perspectiva del bien común, es muy
discutible el valor ético de la “política como el arte de lo posible”
pues fácilmente puede conducir al cinismo y a posiciones acomodaticias
con el poder y el interés personal, más que al interés de la sociedad.
Aprovecho para decir que entiendo que estemos confusos, que seamos
partícipes de la masificación de la incertidumbre. Por eso buscamos en
wikipedia, en facebook, en twitter, porque estamos
perdidos, confundidos, sin norte. La posmodernidad tiene estas cosas.
Lean “La terapia de lo inútil” de Ramón Román. Les será de utilidad.
Lean “La utilidad de lo inútil” de Nuccio Ordine. Les servirá para
reflexionar sobre lo que nos está pasando.
El
5 de junio se celebra el día mundial del medioambiente y es más que
probable que, salvo algunas acciones loables de voluntariosos
activistas, pase desapercibido como el Día Internacional sobre la
sensibilización del albinismo o el Día Internacional del yoga (también
en junio, por cierto).
Para
todos aquellos que andan sumidos ahora en sesudos debates sobre los
pactos y acuerdos de gobernabilidad en municipios y comunidades
autónomas, que hablan de programas electorales y sus líneas rojas, que
apelan a la responsabilidad institucional, que claman por la
estabilidad, el sentido de estado y demás importantísimos asuntos
(disculpen la poco sutil ironía. No es que no sean importantes, que lo
son y mucho, es que normalmente quienes mencionan estos términos les
importa un pimiento estas cuestiones), me gustaría recordaros que dicha
efeméride consensuada en Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972
y que este año se celebra con el supuestamente poético (pero cobarde e
ineficaz) eslogan “Siete mil millones de sueños. Un solo planeta.
Consume con moderación”, lo que nos está marcando es una cuenta atrás
hacia el fin de la civilización como venimos entendiéndola (en el primer
mundo, claro, el resto ya lleva tiempo en su particular infierno).
También
me gustaría recordaros que esos simpáticos hombres y trabajadoras
mujeres que arriman el hombro allí donde haga falta y que hace ahora 4
años decidieron constituirse en partido político al que llamaron EQUO y
que parecen ahora haber salido de su ostracismo en las elecciones
municipales demostrando a los españolitos que la política no existe sin
consenso, compromiso, trabajo y buena voluntad, son los únicos que no
van a celebrar el 5 de junio con pancartitas, arcoiris e imágenes
bucólicas (bueno, alguno seguramente sí; el activismo es como el
bautismo que deja una huella indeleble). Estarán intentando articular
medidas políticas transformadoras para que tu futura nieta sea una niña
sana, coma tres veces al día, sea atendida con todos los medios
necesarios por un médico del sistema público o acuda a una escuela donde
se le enseñe a pensar libremente.
Las tonterías restantes ya saben dónde encontrarlas: en “las tertulias políticas”, los hilos de facebook,
los programas televisivos de debates, los “tuits” ingeniosos, en las
declaraciones de los políticos, en las interpretaciones de los medios de
comunicación y demás inventos demoníacos. Reflexionad, si la primera
encíclica que ha escrito el Papa Francisco versa sobre la ecología es
que algo está pasando.
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